Diario de una ninfómana fue un best-seller que se llevó al cine en el año 2008 y cuyos primeros pasos en Madrid, ya empezaron con polémica. El Ayuntamiento prohibió que las marquesinas de autobuses de la capital sirvan de soporte para sus carteles. Lo más curioso es que la censura no viene por la fotografía, de contenido erótico, sino, según los productores de la película, por la expresión ninfómana. Según su director, la idea inicial era hablar acerca de la crítica social hacia las mujeres por el hecho de ser ellas mismas y reflejar la soledad de la protagonista y los silencios más que el sexo en sí mismo.
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